Camila Carabajal leyó una carta abierta a la comunidad de Las Flores en el acto por el Día Internacional de la Mujer, donde relata los hechos de violencia sufridos por mi hija María Julia y mi nieto Juan Esteban.

Carta Abierta:

En la semana del 8 de Marzo, día de gran importancia para todas las mujeres, con el simple fin de generar consciencia y sensibilidad social, me dirijo a ustedes, ciudadanos de Las Flores, en nombre mio y de mi familia, para dar a conocer la situación que vivimos durante cuatro meses, que tuvo como víctimas principales a mi hermana María Julia Giordano y su hijo, mi sobrino, Juan Esteban Gauto.

A mediados de 2016, mi hermana, que padece debilidad mental moderada, inició un noviazgo con un joven muy violento, Eduardo Ezequiel Villalba. Un cuidador de caballos oriundo de Santa Fe, quien a los pocos días de conocerla se le instaló en la casa donde ella vivía con su hijito de tres años y una perra Ovejera, hoy muerta. Tuvimos indicios de un cambio en su rutina diaria; llamadas de amigos que nos decían que ella ya no actuaba con la simpatía de siempre, y su empleada doméstica nos desconcertó aún más, diciéndonos que ya no dejaba entrar a nadie a su casa. El día 9 de Octubre, un episodio en el que Villalba hirió a mi abuelo tirándolo al piso, amenazó a mi padre con “abrirlo de punta a punta” y gritó a mi madre “pasarán por sobre mi cadáver”, impidiéndoles el paso a la casa de María Julia, nos llevó a deducir que mi hermana era víctima de violencia de género, por lo que fueron a realizar la denuncia a la comisaría de la Mujer. Allí, una mala decisión ejercida por la asistente social Manuela Cieza, terminó por institucionalizar a María Julia y Juan Esteban, recluyéndolos en el refugio, alejándolos de nosotros, su familia.

Con la intervención de la Directora de Género, Valeria Vitale, la situación se agravó peligrosamente. En un principio, no desconfiamos de su palabra; nos dijo que tanto mi hermana como el nene iban a estar totalmente protegidos y que el refugio era un lugar muy agradable; que María Julia estaba muy enojada con la familia y que no quería ver a ninguno de nosotros. Lo que nos extrañó fue que hubiera un enojo tan prolongado de María Julia hacia nosotros, y que una de las posturas más firmes de Valeria Vitale fuera “estamos trabajando con la pareja, tienen un proyecto de vida”. Judicializada la situación, comenzaron a elevarse los primeros informes dictados por el Servicio Local, todos carentes de contenido relevante y con mucho énfasis en las artesanías que mi hermana fabricaba, nunca mencionando ningún trabajo sobre ella como víctima de violencia de género.

Durante dos meses, mi mamá sostuvo una comunicación casi diaria con la Directora de Género, quien aseguraba que María Julia y Juan Esteban estaban “divinos”.

A las 8 am del 19 de Diciembre, el patrón y dueño del campo donde trabajaba Villalba llamó por teléfono a mi madre, diciéndole que ya estaba cansado de pedirle a Valeria Vitale que dejara de enviar allí a María Julia y al nene, ya que estando ellos en el campo se exponían a situaciones muy peligrosas, donde ambos eran golpeados y maltratados por este violento. Como si eso fuera poco, informó también que el violento, Villalba, tenía planeado llevarse a Santa Fe a mi hermana y a mi sobrino el día 22 de Diciembre. Ante la alerta, viajamos con urgencia a Las Flores y el abogado de mi madre presentó una medida cautelar al juzgado donde advertía de este posible viaje.

Ya en Las Flores, nos reunimos con las encargadas de minoridad, quienes nos dijeron que la información total que les llegaba era por parte de la Directora de Género, afirmando que el nene no tenía ningún derecho vulnerado, a pesar de haberlo sacado del jardín, de su casa, despojado de sus juguetes, alejado de sus abuelos y tíos, vistiendo con ropa donada de talles más grandes al suyo, y habiendo presenciado hechos de violencia propios y hacia su madre.

Pocos minutos después de esa reunión, hablamos personalmente con Valeria Vitale, quien nos confirmó que estaba enterada del viaje programado por Eduardo Ezequiel Villalba, pero que ella no tenía por qué avisarle nada al juez, ya que alegaba que María Julia, siendo adulta, podía tomar las decisiones que quisiera, minimizando así la discapacidad mental de mi hermana e ignorando el hecho de que no estaba tomando sus propias decisiones, sino que estaba sometida al violento.

Esa misma tarde, ante todos los indicios de peligro que nos fueron dados y con un previo paso por el juzgado, decidimos ir al refugio con mi hermano, Juan Francisco Carabajal, a ver a nuestra hermana y a nuestro sobrino. Fue primero él solo, ya que siempre tuvo una relación muy buena con María Julia. Al ir yo unos quince minutos después, la celadora, muy alterada conmigo, le gritaba a mi hermana “¡María Julia! ¡Está tu hermana en la puerta! ¿La querés ver sí o no? ¡No me balbucees!”. Mientras ella gritaba, sonó su teléfono; era Valeria Vitale dándole órdenes estrictas de no dejarme pasar. Llamé a mi mamá para contarle lo que ocurría, pero terminé por enterarme que el dueño del campo le contó minutos antes que Villalba, quien estaba 24 hs conectado telefónicamente con María Julia, a los gritos le indicaba que llamara por teléfono a Valeria Vitale para que no me permitieran entrar al refugio.

Comprendí entonces que Valeria Vitale, mientras nos mentía, había estado empoderando al violento, dándole total acceso a mi hermana y a mi sobrino, ignorando los hechos de violencia ocurridos durante esos meses y, por supuesto, incentivando que él se la llevara, sosteniendo su idea del “proyecto de vida”.

Finalmente , pude entrar al refugio, acompañada de mi hermano. Nos abrazamos los cuatro, después de meses sin vernos, les dijimos lo mucho que los queríamos y María Julia manifestó que ella jamás había dicho que no quería vernos, que su novio era muy celoso y se enojaba si ella o mi sobrino nos mencionaban, sobre todo a mi mamá. Pese a la alegría de volver a verlos, surgió la preocupación ante el estado en que los encontramos; ella estaba muy angustiada, temblorosa, con moretones en los brazos, cabizbaja, llena de collares con la inicial E, con el nene moretoneado, rasguñado, repitiéndonos “papá es malo” mientras nos mostraba sus golpes, él peladito a cero y María Julia con el pelo corto por arriba de los hombros; dato que Valeria Vitale omitió decirnos cuando nos reunimos con ella, su decisión de cortarles el pelo a ambos, un cambio de fisonomía que nos iría a dificultar su búsqueda en caso de que se fueran a Santa Fe.

Luego de esta visita, a pedido de la Directora de Género, fue solicitada una orden de restricción al refugio a nuestra familia, a lo cual podemos agregar que era obvio que no querían que los viéramos en ese estado. Por suerte, en la Ciudad de Las Flores, los funcionarios y agentes de la justicia son personas pro-bo, con criterio, que con sus resoluciones preservaron la vida de mi hermana y mi sobrino, impidiendo la realización de este viaje.

No así las funcionarias de Género y Minoridad, quienes desestimando las resoluciones de la justicia, mantuvieron la postura de alejar de la familia a María Julia y a Juan Esteban, expulsándolos del refugio el día 6 de Febrero, ignorando la orden explícita del juez de mantenerlos allí hasta tanto estuviera salvaguardada la integridad física y psíquica de ambos. Fueron enviados con el violento, quien los llevó a habitar primero en la pensión “Santa Teresita” frente a la Plaza Italia y luego a un motel-albergue sobre la ruta 3, donde permanecieron hasta el día 13 de Febrero, cuando fueron restituidos al ámbito familiar.

Con nuestra familia queremos agradecer al Juez Horacio Rafanelli, al Asistente de Menores Gabriel Romanelli, al abogado Javier DiGiano, a las maestras y directora del Jardín de Infantes de la Escuela Normal, a Fabiana Túñez y el Consejo Nacional de la Mujer, al Padre Guillermo por habernos bendecido, a todos nuestros amigos y compañeros que nos abrieron las puertas de sus casas para escuchar nuestro relato, al dueño del campo por darnos el alerta, y a las distintas organizaciones que nos brindaron su ayuda.

Por último, pienso que, continuando esta gestión del Ejecutivo municipal con Funcionarias con mal ejercicio de sus funciones como las Directoras de Genero y de Minoridad, en la Ciudad de Las Flores no habrá “Ni Una Menos”, habrá siempre Una Más.