Las Flores
Los beneficios de los viajes cortos: cómo una escapada de fin de semana mejora tu bienestar

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En general se habla de vacaciones como si fuera algo que requiere meses de planificación, un presupuesto muy alto y al menos dos semanas libres. Pero la realidad es diferente: según diversos estudios científicos, las escapadas cortas -fin de semana largo, tres días máximo- a veces funcionan mejor que las vacaciones tradicionales para recargar pilas.
La razón parece estar en lo que se denomina «ruptura de patrones». Cuando uno sale del circuito habitual, aunque sea brevemente, el cerebro se encuentra ante situaciones desconocidas y con ello se ve obligado a “despertarse”. Es como si cambiara de marcha y tuviera que prestar más atención de lo habitual, reactivando sus funciones naturales de supervivencia, pero en un buen sentido. Al hacerlo sólo por unos días, representa un cambio suficientemente significativo como para relajarse, pero no tanto como para estresar el cuerpo con una aventura demasiado extensa. Para un “shock de renovación”, unos días de descanso alcanzan más de lo que podríamos imaginar.
Desde Las Flores, tenemos la suerte de tener a mano muchos destinos lindos para visitar. Tomarnos micros a Villa Gesell no es nada difícil y sí muy beneficioso: está lo suficientemente lejos como para sentir el cambio, y suficientemente cerca para no complicarse la vida organizando.
Los pinares y el impacto en la salud
Acá viene lo interesante. Los bosques que plantó Carlos Gesell—esa persona que convirtió dunas en pinares durante décadas—hoy generan algo que los científicos llaman «ambientes restauradores». Caminar entre esos pinos -y en realidad, en cualquier conjunto de árboles- libera compuestos químicos (fitoncidas, se llaman) que efectivamente bajan el estrés.
En Villa Gesell y otras playas del Partido de la Costa, esas extensiones amplias donde el mar hace ese ruido constante—resulta que sincroniza las ondas cerebrales en frecuencias más tranquilas. Por algo las apps de relajación siempre incluyen sonidos del océano, aunque obviamente nada le gana al original en vivo y en directo.
El aire marino, por su parte, está cargado de iones negativos, los cuales benefician a la salud humana en varios aspectos: mejora la oxigenación cerebral, el estado de ánimo y aumenta la energía mental.
Cada cual encuentra lo suyo
Siguiendo con Villa Gesell, en el Pinar del Norte se hacen recorridos guiados que duran como hora y media. Una caminata suave mientras te cuentan datos interesantes sobre la flora local, lo cual representa un doble beneficio: se liberan endorfinas por el movimiento y se estimulan las neuronas con información nueva.
El muelle de pescadores es otra opción imperdible. Se mete 150 metros adentro del mar y funciona como… un lugar para quedarse mirando el horizonte sin más. Mucha gente va sin intención de pescar, solo a contemplar desde esa perspectiva medio flotante entre cielo y agua. Tiene algo reparador esa sensación de estar suspendido sobre el océano. Pasar tiempo en la naturaleza sin hacer algo en particular tiene muchos beneficios para el cuerpo, ya que la inactividad en ese entorno ayuda a nuestro sistema a sentirse a salvo y activar mecanismos que no están tan disponibles en el stress diario.
Cuando el cerebro se divierte cambiando
Los neurocientíficos explican que cambiar de ambiente estimula nuevas conexiones neuronales. Explorar lugares, aunque estén relativamente cerca, activa circuitos que durante la rutina están como dormidos. Villa Gesell tiene esa diversidad paisajística—dunas, bosques, mar—que le da variedad de estímulos al cerebro.
La Reserva Natural Faro Querandí (que está a 5 kilómetros al sur de Mar Azul) es muy buena para los que se animan a recorrerla. Veintiún kilómetros de dunas protegidas, más de 100 especies vegetales autóctonas y aves migratorias que atravesaron miles de kilómetros para llegar hasta allí. Esos encuentros de casualidad con la naturaleza generan lo que los psicólogos llaman «experiencias cumbre»—momentos de conexión que quedan grabados y alimentan el bienestar durante mucho tiempo.
El regreso con otra perspectiva
Lo más interesante de las escapadas tal vez sea cómo se ven las cosas al volver. Esos problemas que parecían no tener solución antes del viaje, de repente se ven más manejables después de unos días de distancia. Es como si el alejamiento físico hubiera creado también distancia emocional, permitiendo evaluar todo con mayor objetividad.
Villa Gesell tiene la ventaja de estar cerca, por lo que se puede repetir la experiencia sin mucha organización. Poder escaparse cada dos ó tres meses resulta -para algunas personas- más beneficioso que unas vacaciones anuales sobrecargadas de expectativas y estrés organizativo.
Y lo mejor es que los efectos se van acumulando. Cada escapada suma en esa cuenta de bienestar que después ayuda a transitar mejor las complicaciones habituales. Al final del día, no es tanto el tiempo que tengas disponible sino la calidad de la desconexión que logres. Y eso, paradójicamente, a veces se consigue mejor en tres días bien aprovechados que en dos semanas mal organizadas.

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