La intimidad de los Patronelli: la familia también acompañó a los campeones

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Marcos Patronelli entró a toda velocidad al sector de carpas donde lo esperaba su familia. Le pegó una estruendosa acelerada al cuatriciclo para la tribuna. «No acelerés así que le vas a cortar la biela», lo retó de un grito su padre, Roberto. Mientras su hermana Clara le saca fotos desde todos los ángulos, el ganador del Dakar 2016 estaciona bajo la sombra. Mamá Mónica se abre paso y se abalanza sobre su hijo, ella en puntas de pie y él, arriba del cuatriciclo, se dan un abrazo, tal vez el más largo del mundo.
«Este triunfo se lo debo a mi familia», fueron las primeras palabras de Marcos al cruzar la línea de llegada. No es casualidad: el círculo íntimo resultó una contención vital para un éxito de un equipo con lazos de sangre. «Que hayan estado conviviendo con nosotros fue increíble. Primero está la familia y luego todo lo demás», dice el hombre que ganó el Dakar por tercera vez, tras los títulos de 2010 y 2013. Lo mismo siente Alejandro Patronelli , que terminó segundo en la general: disfrutó de la protección especial, esa que sólo puede brindar una madre. Por primera vez, la familia oriunda de Las Flores estuvo acompañando a los dos pilotos dentro del campamento. «Cada etapa del Dakar es eterna, no sabés lo que se sufre; me pasé todo el día rezando, desde que salían a competir hasta que los veía regresar», cuenta Mónica, quien le cocinó con gusto a sus cinco hijos (Marcos, Alejandro, Gabriel, Nello y Clara).
«Marcos vive de la misma manera que corre», opina Gabriel (pero sólo responde al apodo de «Toto»). ¿Cuáles son las características de Marcos como piloto? «Es desordenado, desprolijo y va a mil, por eso le decimos ‘Loquillo'», cuenta. Tanto «Toto» como Nello oficiaron de asistentes en el campamento familiar. Clara cumplió el rol de asesora de prensa y fotógrafa oficial, aunque sin mucha suerte, ya que ninguno de sus hermanos la tuvo muy en cuenta a la hora de posar. Papá Roberto fue el conductor oficial del motor-home y Mónica, simplemente la madre de todos, con lo que eso implica. Fue ella quien le sugirió a su hija bendecir los cuatriciclos: «El cura de Las Flores nos dio agua bendita, especialmente traída de Jordania. Así que antes de cada etapa, yo la tiraba en círculo alrededor del vehículo. Era mi manera de protegerlos», suspira Clara. Marcos y Alejandro reforzaban la dosis también antes de comenzar cada etapa.

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Los Patronelli viven juntos y trabajan, todos, en la empresa familiar de acoplados. Por eso, dicen, la convivencia no es un problema. Al contrario, ninguno de los integrantes veranea solo y prefieren planes colectivos; se mueven en grupo. «Tal vez algún fin de semana se van con sus novias durante el año, pero los fines de semana largo y las vacaciones de fin de año nos vamos siempre todos juntos», cuentan.
«Lo que sentí cuando gané el primer Dakar fue incomparable, pero este año es especial porque no me imaginé que iba a ganar, se me hizo muy difícil, por momentos iba para atrás en vez de hacia adelante», confiesa Patronelli, tras un festejo multitudinario en el podio, ubicado en el Monumento a la Bandera.
– Al final, fue una buena idea que toda la familia viva en el campamento junto a ustedes los 15 días.
– Disfrutamos cada minuto juntos. Después de tantos años corriendo, no podía ser posible que mis padres y mis hermanos no vivieran desde adentro un Dakar. La idea fue de Alejandro, que en una cena dijo ‘la única manera de correr el próximo Dakar es si vamos todos juntos’.
– Comenzaste con muchos problemas, ¿dónde estuvo la clave para terminar primero?
-Tuve distintos problemas todos los días cuando comenzó el Dakar. Incluso, en la tercera etapa pensé ‘se me fue el Dakar de las manos’. Pero después empezaron a tener problemas los demás y ahí marcamos la diferencia. En Bolivia venía como 10 minutos abajo y dije ‘me la juego ahora y acelero a fondo’ y ahí se empezó a acomodar todo.
– Terminaste con una amplia diferencia en la cima.
Sí, pero hasta que no te bajan la bandera, nunca disfrutas. No se disfruta hasta el último momento, hasta que se termina la competencia.
– ¿Se le puede pedir algo más al Dakar?
-.en el Dakar hicimos historia.
¿Y cómo siguen ahora?
-Hace 20 años venimos corriendo con Ale en cuatriciclos. Con 35 años, la verdad es que tengo ganas de hacer algo más tranquilo, no sé bien qué, pero el cuatri es muy violento. Este año nos golpeamos mucho y la cabeza piensa cada vez más. No nos queremos seguir golpeando.
– ¿Es el fin de un ciclo?
-No lo sé. Hace rato tenemos la idea de que nuestros otros dos hermanos también corran con nosotros. Tal vez podamos crear nuestro propio equipo. Tenemos varias ideas dando vueltas.
Por Alejo Vetere | canchallena.com

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